Educación continua
Que la pandemia, que ya dura casi dos años, ha cambiado nuestras vidas es una obviedad. A mí, al principio, me puso contra las cuerdas porque empecé a tener menos trabajo. Vi peligrar la estabilidad que había construido.
Sin embargo, en lugar de ver el vaso medio vacío, decidí centrarme en eso de crisis = oportunidad. Al fin y al cabo, soy responsable de algunas de las consecuencias que he vivido porque mi estrategia profesional no era perfecta. Es más, me di cuenta de que tenía mucho margen de mejora. ¡Y eso es bueno!
Trabajar menos me dio la oportunidad de reorganizarme tanto a nivel personal como a nivel profesional. Una de las cosas que hice fue empezar a definirme como traductor médico.
A pesar de llevar ya unos años trabajando para clínicas y hospitales, siempre había rechazado eso de presentarme como especialista.
Por un lado, pensaba que al especializarme perdería acceso a oportunidades de trabajo y yo lo que quería estar abierto a todo. Por otro lado, el hecho de no tener estudios en medicina o ciencias afines me hacía sentirme como si fuese un impostor.
Afortunadamente, descubrí y entendí que para trabajar como traductor médico no hace falta estudiar la carrera de medicina, por lo que no solo vencí el síndrome del impostor, sino que también comprobé que especializarse no cierra puertas, sino que las abre.
Fue entonces cuando decidí aprovechar el descenso del volumen de trabajo para invertir en educación continua más allá de cursos o eventos de una o dos horas de duración y estar preparado para aspirar a proyectos de traducción más complejos y técnicos.
Si bien la práctica es una de las mejores maestras que existen, para algunas cosas hay que tener una preparación. Por eso, este año pasado estudié y finalicé:
- El máster de especialización en traducción médica de AulaSIC.
- El programa de formación como intérprete médico de MITS.
- Los cursos de habilidades básicas para redactores médicos de la American Medical Writers Association.
- Los cursos del itinerario de redacción de LinkedIn Learning.
- El programa de introducción a las técnicas de imágenes médicas de The University of Queensland.
Asimismo, me presenté al examen de acreditación para usuarios de Memsource (mi herramienta preferida para traducir por ordenador) y lo aprobé.
Aunque gastar dinero en tiempos de vacas flacas puede parecer contraproducente, lo cierto es que es una inversión que no solo recuperarás con el tiempo, sino que también te generará beneficios.
Centrarme en mi especialización me permitió ir más allá de la traducción y descubrir que también podía trabajar como redactor médico.
De hecho, una de las lecciones que aprendí gracias a la pandemia fue a diversificar. A pesar de que anteriormente había combinado la traducción con la interpretación, lo cierto es que siempre he preferido escribir a hablar.
Por eso he decidido apostar por la redacción médica como otra vía de ingresos alternativa a la traducción médica.
Y tú:
- ¿Has invertido más de lo habitual en educación continua a raíz de la pandemia?
- ¿Te ha supuesto esta nueva realidad cambios?
- ¿Qué cursos has tomado o a qué eventos has asistido este último año?
- ¿Cuál es tu especialidad?
¡Te leo en los comentarios!